Para comenzar detallaré rápidamente algunos de los apartados más importantes de la vida de José Ortega y Gasset, para así comprender mejor su filosofía. El libro se escribió en el año 1925. Éste fue un escritor y filósofo español nacido en Madrid en 1883. Estudió el Bachillerato en un colegio jesuita en Málaga. En 1902 publicó su primer libro “Glosas” donde ya señalaba su descontento por la filosofía tradicional y su visión sobre el hombre en general. Se doctoró en Filosofía y Letras en 1904. Y en 1914 escribe ya una obra donde deja clara su posición filosófica: “Meditaciones del Quijote”.
Conoció la España de antes y después de la Guerra Civil por lo que vivió el Desastre del 1898, el reinado de Alfonso XIII y la Segunda República. Al estallar la guerra en 1936 fue uno de los muchos grandes pensadores españoles que se fue al extranjero debido a la censura que oprimía al país. No volverá a España hasta 1945 y finalmente morirá en 1955.
A principios del siglo XX se dio en toda Europa lo que podemos llamar un movimiento vanguardista, con corrientes renovadoras como el Creacionismo y el Ultraísmo en España. Ortega y Gasset fue contemporáneo del grupo poético de autores de La Generación del 27 y entre ellos se encontraban Rafael Alberti, Federico García Lorca, Jorge Guillén, Luis Cernuda...
Pero una de sus obras más famosa es la que aquí nos interesa analizar, “La deshumanización del arte”, que se trata de un análisis profundo de las características del arte nuevo y de su tiempo.
Para comenzar, con el libro de lleno, el autor empieza con un apartado llamado “La impopularidad del arte”. Aquí, el autor, nos desvela los problemas que tiene todo arte o todo movimiento nuevo, ya sea artístico, literario o musical. Más concreto se centra en la impopularidad de estos nuevos movimientos, y por supuesto, del arraigo que todo el pueblo siente por, el llamémosle, movimiento anterior, porque, la masa o el pueblo se siente muy satisfecho con el movimiento que tienen presente, y no creen que tengan la necesidad de acostumbrarse a algo de lo que no aún están hartos.
Pero también cabe la posibilidad, como se menciona en el libro, de que esa masa de gente no es que no quiera cambiar de estilo porque se sientan a gusto con el actual, sino porque no entiendan el nuevo arte que se les avecina, y se sientan marginados por el nuevo arte. Según Ortega y Gasset, esta es la razón más probable. Para el autor, hay dos clases de personas muy diferenciadas, los que entienden y son capaces de captar la esencia del arte, y los que no entienden.
El arte joven está hecho sólo para los más inteligentes y para los artistas. No se trata de que a la mayoría del público no le guste la obra joven y a la minoría sí. Lo que sucede es que la mayoría no lo entiende. Por eso se sienten rechazados por el nuevo arte y no están dispuestos a consentir que se les hiera su orgullo como persona, porque a nadie le gusta que le hagan sentir inferior. Se puede decir que el arte nuevo está hecho para los mejores, que en definitiva es la minoría de la población.
También en este apartado se detiene a diferenciar entre lo que no es popular y lo que es impopular. Tal y como se describe en el libro y no voy a usar otro comentario porque el autor lo describe muy bien, paso a transcribir las razones que da para explicar lo anterior:…”el arte nuevo tiene a la masa en contra y la tendrá siempre. Es impopular por esencia; más aún, es antipopular.
Un segundo apartado lo dedica al “arte artístico”. Con este título, no mucho más se puede decir, sólo que el autor aconseja al artista que no copie la realidad y que simplemente la interprete con su propio estilo, siempre dejando algo de lo natural que debe haber en una representación artística.
Lo que los artistas del nuevo arte deben tener es una buena capacidad, un don para evadirse del mundo y saber crear sus propias imágenes. Los nuevos artistas deben descartar el arte anterior y crear uno nuevo. Lo que el arte actual no debe hacer es representar la realidad tal y como es, porque esto no invita a crear. Al representar lo humano, lo habitual, no nos está sacando de nuestro mundo, sino matando así la imaginación y el propio estilo del artista.
Su intención es ir en contra de la realidad y concebir el arte como una cosa sin resultado alguno. Por estas y por muchas razones más, no hay duda de que un arte puro está próximo a llegar y que poco a poco se va purificando y eliminando progresivamente los elementos humanos.
Un tercer apartado se denomina “unas gotas de fenomenología”. En él, el autor nos muestra que de una misma realidad, pueden derivarse o subdividirse realidades diferentes cuando se mira desde otro punto de vista. En el libro se explica de una manera muy clara y directa. En mi caso, me ha servido de gran ayuda para ponerte en la situación de los demás espectadores que están viendo la escena o la obra. Se nombran entre otras expresiones la realidad vivida y la realidad contemplada.
Para Ortega y Gasset, de la realidad vivida derivan todos los demás puntos de vista. Yo en este sentido estoy de acuerdo, porque si no hay alguien a quien le ocurra la circunstancia dada (la realidad vivida), tampoco estarán los demás para que nos pongamos en el lugar de espectadores, con más o menos afinidad o afecto en la realidad contemplada.
Comentando este mismo tema, el autor analiza el punto d vista humano, diciendo que es aquel en el que vivimos las situaciones y las cosas, y por consiguiente, son humanas todas las realidades cuando se aparecen camufladas de vividas.
Para finalizar y como moraleja de todo lo anterior de este apartado, decir que una obra no debe basarse en la representación de hechos vividos ni en el contagio de emociones puesto que esto es algo inconsciente y el arte debe ser sobre todo claridad y debe producir placer el simple hecho de contemplarlo y dejar volar la imaginación. Despojando al arte de toda calidad humana, se convertirá en simplemente eso, arte, sin preocupaciones humanas ni pretensiones que le entorpezcan.
Un cuarto apartado lo titula, “comienza la deshumanización del arte”. Aquí, el autor comienza describiendo las nuevas tendencias que sigue el arte joven y marca por encima de todo una característica muy importante ya que marca el título del libro; la nueva producción artística tiende a deshumanizarse. Y el arte joven se ha propuesto ir en contra de todo el arte anterior, y por ello se ha planteado concienzudamente romper con el aspecto de la misma y la deshumaniza.
El artista anterior a 1860, siente la necesidad de transmitir con una pintura fiel a la realidad. Si pinta por ejemplo, una casa, un árbol y una montaña, que en el cuadro se pueda ver casi una réplica de la naturaleza. Sin embargo, los artistas modernos no es que no sepan representar la realidad, sino que no quieren, porque van en sentido contrario. Y por eso en los cuadros del arte joven es más difícil reconocer figuras que se asemejen a la realidad.
Pero no estamos diciendo que sean cuadros abstractos ni mucho menos, sino que si un pintor del arte joven quiere pintar una lavadora, que en el cuadro se asemeje lo menos posible a ésta. Es totalmente lo contrario a los artistas anteriores. Unos querían que se pareciese lo máximo posible a la realidad y otros lo menos.
Para concluir con este capítulo, Ortega y Gasset pone en duda que sea fácil huir de la realidad y piensa que es fácil decir que pintar un objeto que carezca de sentido común es sencillo. Pero, para lograr construir algo que no sea copia de la realidad, se necesita un don sublime.
Un quinto apartado lo titula “invitación a comprender”. En este capítulo, el autor nos desvela los gustos de la mayor parte de la sociedad. Para todos estos, el arte es sinónimo de vida y de naturaleza… es la representación de lo humano en todo su esplendor.
También nos comenta que la percepción de la realidad vivida y la percepción de la formación artística son incompatibles, por tener una ajuste diferente en nuestro aparato perceptor.
Para concluir, Ortega y Gasset interpreta el camino del arte como la “voluntad de estilo”. Para él, en la historia del arte hay una contradicción, porque primero nos comenta que para estilizar hay que deformarlo real, desrealizar. Y por consiguiente, si desrealizas, deshumanizas el arte. Pero a continuación, nos contrapone comentándonos que para deshumanizar el arte no hay otra manera que estilizarlo…. Por ello, el realismo se entiende como un movimiento artístico que invita a no tener estilo propio, sino copia de la realidad.
Un sexto apartado lo llama “sigue la deshumanización del arte”. En esta parte, el autor nos propone y nos comenta que al quitar del arte la representación de la realidad humana le vacía de toda intención pretenciosa, puesto que se queda siendo simplemente lo que es, “arte”.
Despegándolo de cualquier preocupación humana, no busca estar en lo alto de la jerarquía de intereses de las personas, por lo que demuestra una gran modestia contrapuesta al sentimiento de soberbia que percibe la masa, que no lo comprende y lo rechaza, demostrando su ignorancia y su poco estilo.
Una séptima y una octava sección que hace en este capítulo la denomina “el tabú y la metáfora” y “supra e infrarrealismo”. Aquí en autor nos aclara que el instrumento por excelencia de la deshumanización del arte es la metáfora, puesto que invierte la realidad a través de un elemento estético que nos recuerda a ella.
Pero no sólo de la metáfora se vale el arte para deshumanizarse. También es importante el cambio de perspectiva, dándole relevancia a cosas que antes no la tenían. Resumiendo, consiste simplemente en hacer un arte donde aparezcan en primer plano las cosas insignificantes de la vida.
Un noveno capítulo lo titula “la vuelta del revés”. Antes se comentaba que la metáfora era una de las pocas maneras de deshumanizar el arte. Pero ahora, se trata de realizar todo lo contrario, de quitar toda la realidad que hay en el arte y quedarse con los sentimientos del artista.
Por ejemplo, de pintar las cosas se ha pasado a pintar las ideas. El artista deja de inspirarse en las cosas que le rodean y comienza a retraerse en su propio mundo interno y a inspirarse en éste.
En definitiva, el arte nuevo se basa en desprenderse de cualquier realidad equívoca y quedarse simple y llanamente con la materia e intención artística.
Un décima capítulo lo titula “iconoclasia”. En él, da un repaso por las distintas etapas del arte, y del estilo religioso o iconoclasta de algunas de ellas. Comienza diciendo que en el arte antiguo, la aparición imágenes religiosas era más que evidente, porque además desempeñaba un papel educativo.
Pero poco a poco, con el tiempo, el arte se ha ido alejando de ese ideal y cada vez es menos común ver imágenes iconoclastas en el arte. En el arte joven, nos comenta que esa ya es impensable, porque la gente ya repudia y odia las formas o los seres vivientes.
El undécimo capítulo lo denomina “influencia negativa del pasado”. Como su propio titulo indica, en este capitulo el autor comenta las influencias del pasado que más han afectado al arte joven. Por ejemplo, Ortega y Gasset nos cuenta que cuanto más tiempo tarda un arte nuevo en aparecer, más trabajo costará desaparecer el anterior y volver a renacer uno nuevo, porque las formas del anterior movimiento se acomodan en la retina del espectador por decirlo de alguna manera, y se desprende de manera más difícil de ésta.
O dicho de otro modo, cuando un arte lleva muchos siglos de evolución sin interrupción, el arte producido pesa sobre la inspiración del artista nuevo. Entre el artista y el mundo se produce un choque cada vez mayor interceptando la comunicación directa y original entre ambos.
Pero si lo miramos de otra manera, si atacamos de algún modo el arte del pasado, estamos atacando al arte mismo, porque al fin y al cabo arte es todo, ya sea de una generación más nueva o más antigua.
Un duodécimo apartado lo denomina “irónico destino”. Un nuevo estilo consiste en eliminar todos los rasgos puramente figurativos o humanos del arte y sustituirlos o dejar sólo la materia puramente artística.
El arte del pasado necesitaba ridiculizar a otros temas u otros puntos de referencia de la sociedad en la que vivía, pero el arte joven no siente esta necesidad.
En arte nuevo se ridiculiza a sí mismo, porque dicho arte nos invita a que le veamos como una broma, una burla de sí mismo. En vez de reírse de alguien, se ríe de sí mismo.
Un trecésimo capítulo lo titula “la intrascendencia del arte”. En este capitulo, el autor nos cuanta la durabilidad del arte. Para el artista joven, el arte es intrascendente. Pero esto no quiere decir que para el artista joven el arte de su época no tenga importancia para él, porque si la tiene. Lo que ocurre, es que es consciente del mundo que le rodea y ve que su trabajo es una labor intrascendente.
El arte era trascendente cuando estaba humanizado, cuando trataba temas que le interesaban a todo el mundo, cuando trataba temas que afectaban a la humanidad, pero ahora que el arte está deshumanizado, no tiene tema a quien le pueda interesar.
El arte nuevo puede resumirse en su intrascendencia porque no consiste en otra cosa sino en haber cambiado de colocación en la escala de valores y preocupaciones de los intereses humanos. El arte que antes estaba en el centro de la polémica, ahora se ha desplazado a la periferia.
El arte puro debe ser modestia. Al vaciarse de tonterías y patetismo humano, queda sin trascendencia alguna.
Un último apartado lo dedica a la conclusión del ensayo. Aquí, el autor nos da ya sus últimas conclusiones sobre el tema. Por una parte, nos indica como debemos de actuar los artistas para no caer en un error a la hora de hablar sobre arte. Debes de alejarte lo suficiente como para ver la situación desde otro punto de vista, y de esta manera verle al asunto los defectos y las virtudes.
Según Ortega y Gasset, en el arte nuevo no se ha producido aún nada que pueda merecer la pena. Lo que más interesa de las obras jóvenes es el resultado final, su intención a la hora de crearlas, dejando a un lado el proceso de trabajo o de elaboración.
Para el autor la única forma de que el arte siga evolucionando y continúe de manera correcta es la que está teniendo en este momento, la deshumanizadora. Corta por completo y no está de acuerdo con un retroceso porque seria un gran error. Con esta forma deshumanizadora de arte, todas las inspiraciones que los artistas tengan serán acertadas, y desde luego, no serán condenadas por el ojo crítico del espectador.
A continuación, daré algunas opiniones sobre el libro. Como conclusión final del libro, se puede deducir de la obra que lo que pretende Ortega y Gasset es que el hombre cambie su actitud radical ante la vida, para dar paso a las nuevas experiencias. Sólo de este modo su forma de interpretar el arte cambiará al igual que su forma de pensar.
Se trata de una obra que resume la impresión que produce en el filósofo las ansias de cambios que tenían los artistas nuevos a pesar de que realmente no sacaran nada en claro.
La idea principal que se repite constantemente durante toda la obra es el rechazo por la realidad humana que empezaron a sentir los jóvenes artistas de su tiempo, sensación que a mi parecer no ha cesado hasta nuestros días.
El arte está en constante renovación; el movimiento de cambio que empezó con esta generación no ha llegado a su fin todavía, nuestra sociedad está aún en un camino no muy seguro de definir, no en una etapa concreta. Continúa la lucha entre lo que mueve los sentimientos humanos y lo que mueve la razón, lo que nos lleva a diferenciarnos de las épocas anteriores y si nos fijamos bien toda sociedad se caracteriza por el intento de diferenciarse de la que precede.
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Comparto con vosotros un audiolibro de La deshumanización del arte. Espero que ayude a aquellos que tengan dificultades para leer o por cualquier motivo no tengan acceso al libro.
ResponderEliminarhttps://audiolibrosencastellano.com/jose-ortega-gasset/deshumanizacion-arte
Un saludo :)